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domingo, 25 de diciembre de 2011

Una noche buena

Hola amigos, yo no les conozco pero ustedes, si son lectores asiduos de este blog, disponen de  algunos datos sobre mi persona.....; saben que me eduqué en un colegio religioso, de la orden de las clarisas más concretamente, que tengo una voz aterciopelada, que me encantan los taconazos, que rondo los cincuenta años, que tengo pánico escénico, que odio las entrevistas, que tengo debilidad por los hombres de ojos negros y que últimamente no llevo faldas.....mi nombre: Isadora Tresley de la Hoz.

Ayer celebré la Nochebuena como todos ustedes, supongo......pero hoy no les voy a hablar de esta cena, sino de otra, de hace unos cuantos años.

Tenía yo unos treinta años, me acababa de divorciar de mi segundo marido, y me encontraba sola en El Cairo, por motivos de trabajo y de soledad.....

Cuando los españoles estamos fuera de nuestro país, y más en estas fechas, nos unimos en una piña pseudo-familiar, con personas absolutamente desconocidas....y así pasé yo aquella noche con mis compañeros españoles de crucero por el Nilo.
 Con los que mejor congenié fue con un matrimonio de Madrid, majísimos que estaban de viaje de novios, Laura y Juan Carlos, arquitectos los dos, que estaban trabajando en un proyecto de rehabilitación de viviendas antiguas en el centro de la capital
Crucero por el Caribe
 Me interesó mucho esto último, ya que yo vivía en una casa cuyo alquiler de renta antigua había heredado de mi abuela Concepción, maestra comunista y republicana que ejerció de tal hasta el fin de sus días. Era una gran casa, aunque el desinterés de los dueños herederos de la finca, y el paso de los años, habían hecho mella en su debilitada estructura y le hacía falta una buena inversión de dinero; dinero que ninguno de los vecinos teníamos, ni antes ni ahora....


En la mesa de esa Nochebuena en aguas del Nilo, nos sentamos además, Luís y Patxi, dos estilistas vascos y gays, Petri, Mónica y Marisa, funcionarias del Ministerio de Defensa y con más de doscientos cruceros a sus espaldas, y los más importantes y protagonistas de esta historia de Navidad, Los Hilson, Osvaldo y Lucero, matrimonio Venezolano forrado de dinero, y su guapísimo hijo Osvaldito, una perita en dulce de 28 años, ojos negros, grandes y con pestañazas, y solterísimo.



Yo en ese momento de mi vida, tras dos fracasos matrimoniales solo tenía una fijación: ser madre.
En cuanto vi a Osvaldito, algo empezó a funcionar en mi cerebro, una fijación obsesiva que no paraba de morderme en el estómago, como era de costumbre en momentos de tensión en mi vida


....así que después de unos cuantos villancicos, Congas, lambadas y bachatas,


 y con unas cuantas copas de cava en mi cuerpo serrano, me dispuse a tirar los tejos al chulazo Venezolano, que dicho sea de paso, se portó como todo un hombretón, dejando en mi un recuerdo imborrable, que hoy tiene veinte años y se llama como no podría ser de otro modo, Nilo.




CONTINUARÁ.....

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