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lunes, 18 de noviembre de 2013

Señorías

Ni señorías, ni mucho menos señores.
Sombras grises haciendo mal, mucho mal
solos o en compañía de otros.

Se revuelcan en sus altos comisionados de gente idiota
sin más vínculos afectivos que los que penden de sus carteras.
¡Qué asco me dan!.
La noche les acompaña en sus días de borrachera de poder.
No me gustan nada.

Son unos pobres diablos,
más diablos que pobres,
unos estafadores de sueños,
unos aniquiladores de sentimientos, de afectos,
unos sinvergüenzas de tomo y lomo.

Maldigo a sus muertos, y a los hijos de sus hijos
les maldigo y espero que su dios les invite a comulgar a destiempo
y que no les perdone sus pecados de malhechores.
Mientras tanto, entre basura regalada,
Yo empuño mi voz como hoja al viento
para encadenar deseos de venganza de los débiles
y que la soledad de una conciencia se sume a todas las conciencias del mundo
para dar un puñetazo en la mesa y entonar un ¡ BASTA YA!

Y ya no quiero extenderme más, no quiero,
que muera el poema ahora que todavía hay esperanza.




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