Pelo largo de nubes,
Ojos de agua y voz de caramelo.
Me alegraste la vida en un instante.
Tu historia sabe a miel y a hierbabuena.
Nadie sabe tu vida y tus motivos
para vivir en un pueblo abandonado.
No hay nadie mejor que tú
para tejer tus días a tu antojo
con esos tristes lazos del olvido.
Yo sé mucho más de ti que de mí misma.
Sé que escondes lágrimas
bajo tu sayo,
sé que tus rudas botas abrigan tus pies,
que imagino finos, delicados.
Sé que no mientes
cuando dices no sentir miedo
del lobo, la serpiente o la raposa.
Sé que eres muy rica no teniendo nada.
Te prometí escribirte,
y como no me gusta faltar a mi palabra:
Gracias, Francine, Xana de Muniellos,
goza de la tierra que vio nacer a mi padre,
y no pierdas nunca tu sonrisa,
el único tesoro que tuvo y tendrá jamás
El Corralín.